martes, abril 26, 2005

Reflexiones sobre la incultura científica

Andamos celebrando este año el cuarto centenario de la publicación de "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha". ¿Qué pensaría usted lector, si le dijera que el 29.6% de los españoles (de 40 millones, un poco menos de 12) cree falso o no sabe que esta obra fue escrita por Miguel de Cervantes? Suena bastante preocupante, pero lo que sin duda terminaría por escandalizar sería añadir el dato de que el 38.2% cree que probablemente el Quijote fue escrito por Cervantes, mientras que sólo un 31.7% (no llega a los 13 millones) serían capaces de afirmarlo con rotundidad.

Pero que no cunda el pánico. Estos porcentajes no corresponden a preguntas por el Quijote, sino a las respuestas de una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) realizada en Febrero - Marzo de 2004 acerca de la "Opinión de los españoles sobre el medio ambiente", concretamente sobre la veracidad de la afirmación:

"Los seres humanos proceden de especies animales anteriores"

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¿Quién dijo que no cunda el pánico? Casi el 30% de la población española no conoce o no cree en la evolución, y otro 38% solo cree que probablemente sea verdadera, casi 150 años después de la publicación de los descubrimientos y teorías de Darwin y Wallace, comprobadas y reforzadas cada vez que se encuentran nuevos fósiles.

Una encuesta con estos resultados sobre el Quijote habría puesto el grito en el cielo de los responsables de los Ministerios de Educación y Cultura. Sin embargo, cuando se trata de temas científicos, estos datos no causan el más mínimo rubor, ni nadie se preocupa por paliar esta situación de incultura científica, no ya solo con la evolución, sino con cualquier otra teoría.

Pero lo peor no es el desconocimiento en sí de la ciencia, sino la desconfianza que genera. Así, tanto en esta encuesta como en otra de Marzo - Abril de 2001, "Opiniones y actitudes de los españoles hacia la biotecnología" se encuentra que la gente opina que se da demasiada importancia a la ciencia, y no la suficiente a los sentimientos o la religión.

(pincha en la imagen para ampliarla)

Aunque este problema de incultura científica pueda tener varias causas, una a destacar es la falta de sentido crítico, la aceptación de cualquier afirmación sin detenerse a pensar si es razonable a la luz de los conocimientos actuales, y sobre todo, la ausencia de iniciativa en la búsqueda de información extra para obtener más datos con los que formarse una opinión. En pocas palabras, es falta de curiosidad, que se hace más grave ahora que existe Internet y que hace más fácil la búsqueda de información.

El desconocimiento, la falta de curiosidad y sentido crítico, hacen de caldo de cultivo perfecto para la aparición y permanencia de supersticiones como la religión, la astrología, los OVNIs, los fenómenos paranormales, las medicinas alternativas, las energías New Age, etc, que no hacen sino empobrecer culturalmente a la población, y que además se ven reforzadas por su difusión en programas de radio, televisión o en revistas en las que brillan por su ausencia análisis racionales con los conocimientos científicos actuales. Más aún, es normal apoyarse en palabrería que suena científica, sabiendo que los oyentes - creyentes lo van a dar por cierto, sin preguntarse si el pseudo-argumento tiene alguna base real: no van a tener la curiosidad de buscar por su cuenta lo que sus locutores/escritores favoritos les entregan ya masticado en sus programas o libros.

Así, perviven creencias o pseudo-argumentos que todos hemos oído alguna vez, como que dado que la Luna produce las mareas, y el hombre es 80% agua, la Luna influye en las personas. O dado que la mujer tiene la regla cada 28 días, igual que el período de la Luna, es evidente que hay una relación. También es normal oír justificaciones de cualquier cosa gracias a la misteriosa Mecánica Cuántica que todo lo explica, a la Relatividad que todo lo puede, o a las desconocidas energías positivas, negativas, verdes, rojas y tutti frutti que todo lo curan. Por su puesto, las pocas nociones sobre estas teorías o conceptos suelen ser bastante pobres o mal interpretados, debido sobre todo a que quien de esta manera argumenta, sólo está repitiendo como un loro las campanas que ha oído en alguna parte, y no se ha molestado en entenderlas.

Habrá quien diga que las pseudociencias son sólo un pasatiempo, otra forma de ver la vida, o que al fin y al cabo, uno es libre para elegir lo que prefiere creer y elegir en qué gastarse el dinero (aunque pueda ser perjudicial para la salud, como en el caso de las medicinas alternativas). Sin embargo, la falta de sentido crítico no es exclusiva de este campo, sino que se extiende a otros del "Más Acá": el cambio climático y el efecto invernadero, la energía nuclear, los alimentos transgénicos, las antenas de telefonía móvil, son temas que todos hemos oído o leído muchas veces, pero que realmente no conocemos en todo sus aspectos. Evidentemente, nadie puede saberlo todo sobre todo, pero quien tiene sentido crítico sabe hasta donde llega su conocimiento sobre el tema, y llegado el momento, sabe reconocer su ignorancia, callarse, oír, preguntar y aprender.

Realmente, la incultura científica más que el desconocimiento de las teorías que rigen la naturaleza, es el desconocimiento del método científico como método de obtención de conocimiento. El primer paso es buscar información, documentarse, comparar y realizar un análisis crítico. Es un paso que se puede dar sin necesidad de ser científico ni de estudiar ciencias, y que es útil en cualquier aspecto de la vida.

No es tan difícil. Sólo hace falta ser curioso y usar el menos común de los sentidos.

Referencias:
Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS): http://www.cis.es
CIS: Estudio Nº 2.557. "Opiniones de los españoles sobre el medio ambiente (Feb-Mar. 2004)"
CIS: Estudio Nº 2.412. "Opiniones y actitudes de los españoles hacia la biotecnología (Mar-Abr. 2001)"

miércoles, abril 20, 2005

San Malaquías falla de nuevo

Desde la muerte de Juan Pablo II, hemos tenido a todos los vendedores de misterios hablando de la famosa profecía de San Malaquías, una serie de divisas que se suponen definen a cada Papa. Cualquiera con un mínimo de interés y esfuerzo, puede comprobar cómo cada una de esas supuestas divisas no son más que interpretaciones forzadas, aunque para ahorrar el esfuerzo, se recomienda la lectura de “Solo quedan dos papas” en Magonia.

Ahora, después de un espectáculo mediático de varias semanas, por fín Habemus Papam, eminentisimus Cardinalem Ratzinger. La divisa que le corresponde según la profecía de San Malaquías, es la Gloria del Olivo (de Gloria Olivae), la cual durante los días previos al cónclave había dado pie a muchas interpretaciones: Un papa de un país lleno de olivos, un papa de Israel, e incluso se hablaba de un papa de la congregación benedictina, porque al parecer también eran llamados olivetanos. Sin embargo, Benedicto XVI, más conocido en su casa como Joseph Ratzinger, resulta ser alemán, donde como todo el mundo sabe, las aceitunas las importan. Evidentemente, tampoco tiene relación con Israel, más allá de haber estado alistado en el ejército Nazi al final de la II guerra mundial. Y para colmo, no pertenece a la congregación benedictina.

¿Supone esto un nuevo fracaso de la predicción de San Malaquías? Lejos de tirar la toalla, han salido los vendedores de misterio con su interpretación, que ponen en evidencia como San Malaquías acertó de nuevo. El truco está en el nombre elegido por el nuevo Papa: Benedicto, como el nombre de la congregación fundada por San Benito de Nursia, allá por el año 500 D.C. La relación con los olivos viene a partir de que a esta orden también se le llama olivetana, debido a que el olivo es el símbolo de éstos.

Una vez más, una interpretación cogida por los pelos. Tan de los pelos, que con un poco de esfuerzo se puede tirar abajo. Primero, tras buscar en la página de la orden benedictina (http://www.osb.org/) y no encontrar referencia alguna a olivos ni olivetanos que fuera interesante, encuentro por fin una enciclopedia católica (http://www.newadvent.org/cathen), donde se puede hallar la vida de San Benito, el origen de su orden, la regla benedictina, y también el origen de los monjes olivetanos.

Resulta que los monjes olivetanos son una rama de la orden benedictina, fundada por un tal Giovanni Tolomeo (luego llamado San Bernardo Tolomeo), en 1319, es decir, 800 años después de la San Benito. Giovanni Tolomeo era un caballero de Siena, profesor de filosofía, que tas recuperar la vista gracias a la Virgen, con unos colegas se echaron a un monte (uno de su propiedad) a vivir una vida de ermitaño, austera y religiosa. Esto les valió la acusación de herejía, y fueron a ver al Papa Juan XXII en Avignon. Para meterlos por el recto camino, les mandó a ver al obispo de Arezzo, pidiéndole que les diera una Regla que tuviera la aprobación de la iglesia (una especie de derecho canónico de la época). El obispo había soñado una vez con la Virgen, quien le puso en las manos la Regla de San Benito, pidiéndole que se la diera y vistiera con hábitos blancos a quienes se arrodillaran ante ella. Así, Giovanni Tolomeo y sus colegas recibieron la Regla y se colocaron bajo la protección de la Virgen. Tolomeo cambió su nombre a Bernardo, y el monte donde construyeron su ermita, lleno de olivos, lo bautizaron como “Monte Oliveto”, en memoria de la agonía de Cristo.

Así pues, resulta que los olivetanos son una parte de los benedictinos. Y no todos los benedictinos son llamados olivetanos. Olivio, Bernardo, o Juan Tolomeo hubieran sido nombres más cercanos que Benedicto para poder hacer esa interpretación de San Malaquías.

Nos queda entonces para interpretar la profecía, como comentan por el foro charlatanes, que desayune un pan con aceite que sabe a gloria, que pierda aceite, o que vea la gloria de Dios, tras morir atragantado con una aceituna.

lunes, abril 18, 2005

50 años después de Einstein

Un 18 de Abril de hace 50 años fallecía Albert Einstein en Princeton, quien hace 100 años en Berna comenzó a establecer los marcos teóricos que llevaron a revolucionar la concepción de la naturaleza, desde lo más grande como las galaxias y estrellas, hasta lo más pequeño como son los átomos, y que tras muchos años nos ha llevado a un desarrollo tecnológico que posiblemente fuera impensable a principios del Siglo XX.

En el año milagroso en que salió del anonimato de una oficina de patentes, publicó varios artículos en la revista alemana Annalen der Physik, abarcando 3 temas distintos.

El efecto fotoeléctrico

El primero de sus trabajos llevaba por título "Sobre un punto de vista heurístico acerca de la producción y transformación de la luz". En 1899, Philip Lenard dirigió rayos de luz a una lámina metálica delgada y observó como se emitían electrones de ésta. Sin embargo comprobó, muy al contrario de lo esperado, que la energía cinética con que eran emitidos no dependía de la intensidad, sino de la frecuencia de la luz. Incluso, por debajo de cierta frecuencia umbral, ningún electrón era emitido, aunque la intensidad se aumentara al máximo posible.

En 1905 Einstein, basándose en cálculos de termodinámica y mecánica estadística, llegó al resultado obtenido en 1900 por Planck, de que la energía de la radiación no se repartía por igual, sino en ladrillos o cuantos de energía, con un valor proporcional a la frecuencia de la radiación. E interpretó además que cada cuanto de energía correspondía en realidad a una partícula de radiación. De esta forma, la interpretación del efecto fotoeléctrico era más sencilla: una partícula de luz o fotón de cierta frecuencia, con una energía correspondiente a un cuanto, transmite su energía a un electrón del metal, arrancándolo. Una mayor intensidad de la luz supone más fotones que chocan en el metal, todos con igual energía. Entonces se consiguen arrancar más electrones, pero no que salgan con mayor energía cinética. Por otro lado, ya era sabido que para arrancar un electrón del metal hacía falta una energía umbral mínima, llamada función de trabajo. Un fotón con menor energía que ésta no es capaz por tanto, de arrancar un electrón. Por este trabajo, Einstein recibió el Premio Nobel de Física en 1921.

El movimiento browniano

Su segundo artículo fue "Sobre el movimiento de pequeñas partículas suspendidas en líquidos en reposo exigido por la teoría cinético - molecular", completado por otro posterior "Sobre la teoría del movimiento browniano". El movimiento browniano fue observado por primera vez en 1827 por Robert Brown. Consiste en el movimiento aleatorio de partículas en suspensión, ya sea en líquido o en gas. A través de la mecánica estadística, Einstein mostró cómo este movimiento era debido al bombardeo continuo de las moléculas del líquido o gas. En cada choque, la partícula tiene una cierta probabilidad de avanzar en una de las seis direcciones de espacio. Al cabo de n choques, existe una probabilidad de que haya avanzado una distancia r. El enfoque radical de Einstein fue fijarse en la distancia media que recorre una partícula, en vez de su velocidad media.

La teoría de la relatividad especial

Sus artículos "Sobre la electrodinámica de los cuerpos en movimiento" y "¿Depende la inercia de un cuerpo de su contenido de energía?" constituyen la teoría de la relatividad especial. Un gran enigma que traía de cabeza a los físicos de aquellos tiempos era la constancia de la velocidad de la luz. Por un lado, Maxwell había establecido la electrodinámica, a través de las cuatro ecuaciones que llevan su nombre.

Por otro lado, Lorentz había deducido que para que éstas ecuaciones fueran válidas en cualquier sistema de referencia, la velocidad de la luz debía ser una constante para cualquier observador, independientemente de su velocidad, llegando a las llamadas transformaciones de Lorentz. Además, existía la idea del éter, la sustancia por la que supuestamente se propagaba la luz, y por la que a su vez se desplazaba la Tierra. Este éter constituía un sistema de referencia absoluto, al igual que se consideraba el tiempo como una magnitud igualmente absoluta.

Einstein dio una vuelta de tuerca, aceptando la velocidad de la luz como una constante y desarrollando las consecuencias de las transformaciones de Lorentz. Entre estas consecuencias, está la eliminación de los conceptos del éter, o el espacio y tiempo absolutos. De esta forma, el factor importante es la velocidad relativa entre el observador y el sistema observado, sin tener en cuenta sus movimientos en un supuesto sistema de referencia absoluto. También halló la equivalencia entre energía y masa, demostrando que la materia es otra forma más de energía.

Estos artículos contribuyeron enormemente a sentar las bases de una revolución científica en toda la naturaleza: desde la escala microscópica con la mecánica cuántica, hasta la escala astronómica, con la relatividad general.

Gracias al desarrollo de estas teorías, se ha podido estudiar, por ejemplo, la estructura del átomo y cómo son las propiedades de un conjunto de ellos formando un sólido. Cómo se disponen los electrones, qué diferencia un conductor de un aislante o un semiconductor, cómo se pueden fabricar dispositivos como los transistores y microchips de un ordenador. Se ha entendido cómo se puede obtener energía a partir de la materia, a través de la fisión y la fusión nuclear. Se han construido microscopios capaces de ver los propios átomos, y que incluso permiten manipularlos individualmente.

También se ha entendido cómo ha evolucionado el universo. Cómo nacen y mueren las estrellas, cómo se forman los planetas. Hemos descubierto estrellas exóticas como los agujeros negros, estrellas de neutrones y quasares. Hemos conseguido dominar la gravedad al punto de ser capaces de hacer posarse en Venus, Marte y Titán sondas espaciales, e incluso hemos puesto el pie en la Luna.

Una gran cantidad de logros que hace 100 años serían difícil de imaginar. Sin embargo, aún queda mucho por descubrir y aprender, y entre las tareas pendientes está la unificación de la mecánica cuántica con la relatividad. Quizás el trabajo conjunto de miles de científicos puedan llevarnos a una nueva revolución. O quizás haga falta un nuevo Einstein para desencadenarla. Mientras llega, la que ocurrió a principios del Siglo XX merece ser recordada y celebrada, y con ella, uno de los hombres que más contribuyó a ella.

martes, abril 12, 2005

El misterio de la pirámide piezoeléctrica

Es habitual entre los vendedores de misterios formular hipótesis extraordinarias para explicar supuestos enigmas. Esto no es de por sí malo, siempre que se tenga una prueba igualmente extraordinaria que avale la hipótesis. También es habitual que para justificar esas hipótesis se usen teorías científicas bien establecidas y conocidas, lo cual tampoco es malo... a menos que se haga un uso torticero de ellas que denoten un profundo desconocimiento dichas teorías.

La Sección de Documentación de Gluón con Leche ha encontrado un ejemplo perfecto en un artículo del SEIP, "¡Pirámides! Una visión más allá de la lógica" (Parte I y Parte II), escrito por Guillermo Nuñez.

Para evitar una tediosa lectura, he aquí un resumen de la parte interesante del artículo:

La forma piramidal resulta ser una fuente de energía que hace que los coloides, como el citoplasma, no precipiten, y que por tanto los tejidos biológicos no envejezcan. Aplicado a la gran pirámide de Gizeh, convierte a la cámara del Rey en un horno microondas que en realidad es una sala de curas que proporcionaría inmortalidad del Faraón de turno.

El razonamiento científico que permite hacer esta curiosa afirmación se basa por un lado en una propiedad del cuarzo, componente del granito que forman las piedras de la pirámide, llamada piezoelectricidad, y en otra de la que este año conmemoramos 100 años de su explicación como es el efecto fotoeléctrico.

Un coloide es una suspensión de partículas en un disolvente. Se mantiene en suspensión debido a los continuos choques con las moléculas del disolvente, y evitando así su precipitación.

La piezolelectricidad es una propiedad de algunos materiales por la que aparece un campo eléctrico cuando se aplica una presión. Inversamente, al aplicar un campo eléctrico externo, los átomos se desplazan de sus posiciones de equilibrio y el material se deforma.

El caso es que según Guillermo Nuñez, durante el día las piedras de la gran pirámide se calentarían, dilatándose, y presionándose unas con otras. Los bloques de granito que forman la cámara del Rey, crearían entonces unos campos y una "corriente eléctrica sutil" (sic). Por otro lado, gracias al efecto fotoeléctrico, y a que el cuarzo contiene silicio, los electrones son arrancados, creando "(...) una corriente de energía eléctrica hacia el interior de la pirámide (...)" y junto con los conductos de ventilación "(...) se crearía un campo electrostático de baja intensidad producido por los electrones que emanarían de las paredes de granito rojo formando un flujo de electricidad alrededor del sarcófago."

Y este flujo de electrones bombardearía el agua del citoplasma, haciendo vibrar los enlaces del agua, al igual que los microondas. El movimiento aleatorio de las moléculas se ve entonces incrementado, hay un mayor numero de choques con las partículas en suspensión, e impide entonces que el coloide se precipite, preservando las células, y rejuveneciendo al Faraón.

En dos palabras: Im - presionante.

Uno: De sentido común. El Sol calienta la superficie de las piedras externas. En cambio, las piedras internas no, y no podrán dilatarse para ejercer presión sobre sus vecinas. Todo aquel que tiene un pueblo donde veranear en una casa de piedra puede dar fe de que dentro se está muy fresquito.

Dos: El efecto piezoeléctrico, en última instancia, es debido a una deformación del material, que puede ser provocada por una presión. O no. Es decir, aplicar una presión no es sinónimo de deformar el material. Imaginemos un cuadrado. Si aplicamos una presión por arriba y por abajo, el cuadrado se deforma, y tenemos un rectángulo: encoge en vertical, pero se alarga en horizontal. En esta situación, puede aparecer un campo eléctrico en el interior del material. En cambio, si la presión es tanto en vertical como en horizontal, el cuadrado no se deforma. Podrá encoger, pero conservará la forma de cuadrado, y no producirá un campo eléctrico en ninguna dirección. Este es el caso de la presión atmosférica, que actúa igualmente por las 6 caras de un cubo, y no produce efecto piezoeléctrico. E igualmente pasa con las piedras de una pirámide dilatándose, y siendo presionadas simultáneamente por sus 6 caras.

Tres: El campo eléctrico se crea en el interior del material piezoeléctrico. El cuarzo está formado por átomos fijos, unos con carga positiva y otros negativa. La disposición de las cargas hace que el campo total se anule. Pero al deformar el material se rompe ese equilibrio, y puede aparecer un campo eléctrico neto si la presión se ejerce en la dirección adecuada. Por tanto, si el campo eléctrico es interior, no habrá un campo eléctrico exterior que fluya alrededor de un sarcófago.

Cuatro: El granito está formado por granos de cuarzo; y de más cosas. Solo los granos de cuarzo son piezoeléctricos, están orientados al azar, algunos están juntos, y otros están aislados o rodeados de cualquier otra cosa. De forma que no toda la piedra, ni todos los granos de cuarzo van a producir un campo eléctrico. Solo una fracción muy pequeña de la piedra entera podría producirlo, y de forma muy localizada. Si alguien quisiera medir la diferencia de potencial de la piedra, encontraría que es cero.

Cinco: Campo eléctrico es equivalente a diferencia de potencial, pero no a "corriente eléctrica sutil". Véase, por ejemplo, una pila. Posee una diferencia de potencial de 1.5 V, pero no hay corriente eléctrica dentro de ella.

Seis: El cuarzo contiene silicio. Y dos átomos de oxígeno. Y eso hace que haya una gran diferencia entre un semiconductor como es el silicio, y un aislante como es el dióxido de silicio a la hora de conducir electricidad, calor, o de interaccionar con la luz. El vidrio también contiene dióxido de silicio, y es transparente. El silicio sin embargo es opaco, de color gris.

Siete: En el efecto fotoeléctrico, los electrones son arrancados de un material cuando absorbe luz ultravioleta o de mayor frecuencia, pero sin embargo, con luz de menor frecuencia (visible, infrarrojo o microondas), esto no sucede aunque se aumente la intensidad de esta luz hasta el infinito. El fotoelectrón se producirá allá donde incida la luz, es decir, en la superficie de las piedras exteriores de la pirámide, y no en la oscuridad de una cámara interior.

Ocho: No todo el granito es cuarzo. Un electrón arrancado por efecto fotoeléctrico del cuarzo, podrá salir de ese grano, para entrar en otro grano de otro componente, dentro de la misma piedra y donde puede que no exista campo eléctrico; o si tiene suerte, saldrá a la atmósfera. Sin campo eléctrico para guiarlo, y aunque lo hubiera, desplazándose en una zona plagada de átomos con los que puede colisionar, dispersarse en cualquier dirección, o incluso ser absorbido, difícilmente va a llegar a un sarcófago en el interior de la pirámide, por mucho conducto de ventilación que exista.

Nueve: En caso de llegar un chorro de electrones a un sarcófago para calentar el agua de un citoplasma, como si fuera un microondas, lo tiene que hacer con una energía muy determinada, al igual que la radiación de un microondas tiene una frecuencia específica para hacer vibrar los enlaces del agua. Tanto si la energía es menor como mayor, el efecto sería el mismo: cualquier cosa menos hacer vibrar los enlaces H-O (probablemente nada)

Diez: Un aporte constante de electrones conseguiría una acumulación de carga en el citoplasma. En Gluón con Leche no disponemos de biólogos en plantilla a quien preguntar, pero la experiencia en nuestros laboratorios secretos de coger cables pelados cuando no debemos, nos sugiere que ello no rejuvenece faraones, sino todo lo contrario.

Más información:
Coloides
Piezoelectricidad
Efecto fotoeléctrico

martes, abril 05, 2005

Como un huevo a una castaña

Todo buen vendedor de misterios no deja la oportunidad de presumir de investigar un fenómeno que la [malvada] ciencia [oficial] niega dogmáticamente. Curiosamente, el resultado de dichas investigaciones sólo puede encontrarse en un libro que él mismo ha escrito y cuya conclusión suele ser del tipo:

"Es algo muy misterioso, no hay que descartar ninguna hipótesis, seguiremos investigando"

Es decir, ha realizado una investigación que no ha resuelto nada. ¿Por qué será? ¿Quizás porque así puede escribir un segundo libro sobre el tema?. Maldades aparte, el caso es que un análisis del método empleado puede dar una respuesta bastante clara.

Las hipótesis

¿Qué haría un investigador ante, por ejemplo, las psicofonías?. No será el primero que se interese por ellas, hay miles registradas, y sin duda alguien tendrá ya alguna teoría... ¿o no?. Documentémonos pues:

Una psicofonía resulta ser una voz o inclusión que queda registrada en una grabación magnetofónica, enmascarada por el ruido, que a veces responde inteligentemente a preguntas previas que se hacen, a veces responde sin sentido, y a veces aparece la voz sin preguntar nada. ¿Qué hipótesis existen para intentar desvelar tamaño misterio? [1,2]

Hipótesis 1: Ventriloquía subliminal, emisión subconsciente de palabras que ni el mismo investigador oye.
Hipótesis 2: Impregnación ambiental, palabras y hechos que quedan grabados en el tiempo, o que llegan de otra dimensión.
Hipótesis 3: Mensajes procedentes de entes descarnados, difuntos que nos hablan desde el Mas Allá.
Hipótesis 4: Telepatía entre el investigador y el aparato, a través de ondas o partículas como el neutrino.
Hipótesis 5: La psicofonía llega desde otros planos no materiales, donde se hallan la psique y el espíritu.
Hipótesis 6: Emisiones producidas por solitones, descritos por la mecánica cuántica.
Hipótesis 7: Actividad alienígena.

En realidad se podrían añadir algunas hipótesis más, rechazadas normalmente por los himbestigadores, pero ya que hay que tener una mente abierta y no hay que descartar ninguna teoría a priori, las tomaremos en cuenta:

Hipótesis 8: Interferencias electromagnéticas, causadas por la emisión de estaciones de radio, captadas por la grabadora haciendo de antena.
Hipótesis 9: Ruido que produce pareidolia auditiva, como ocurre de forma parecida en los momentos teniente[4] de la cadena M-80, o como se puede ver en el post Momento teniente[3] del blog Uno por uno, uno; uno por uno, dos; uno por uno...

La hipótesis del fraude tampoco debería ser desacartada, pero vamos a hacer un esfuerzo y supondremos buena fe... que es mucho suponer.

Todas estas hipótesis establecen cual es el origen de la psicofonía, pero tan sólo las 8 y 9, las que podríamos considerar mundanas, ortodoxas, o pertenecientes a la ciencia dogmática, también establecen cómo se registra la psicofonía, cual es el mecanismo por el que aparece (o parece haber) una voz grabada en una cinta. En cambio, de las 1 a 7, no se puede deducir cómo llega a quedarse registrada esa inclusión. Además, requieren unas suposiciones iniciales que no están demostradas (telepatía, Mas Allá, dimensiones y planos de existencia, extraterrestres, el espíritu...). En cambio, las leyes del electromagnetismo son de sobra conocidas y usadas. Y también se sabe sobre la capacidad de los sentidos para completar lo que solo son trazos para reconocer una imagen entera. Igual con el sentido del oído.

Un buen himbestigador dirá que no descarta ninguna de las hipótesis anteriores, y que no sabe realmente qué es la psicofonía. Sin embargo, todos saben que es la técnica perfecta para averiguar qué pasó en lugares con pasados trágicos, reforzando las hipótesis 2 y 3 [5], y debilitando hipótesis como la 1 y 4, en que el origen sería el propio investigador.

Teoría aparte resulta ser la técnica de grabación. Las referencias[1,6] de un himbestigador indican que la instrumentación necesaria debe constar de una grabadora, con entrada de sonido donde se puede enchufar, o bien un micrófono, o bien un generador de ruido blanco, o un sintonizador, sintonizado en una frecuencia donde no haya emisión de radio. Además, la grabadora hay que meterla en una caja de Faraday para eliminar interferencias electromagnéticas, y en el caso del micrófono, meterlo en una campana de vacío, o en su defecto, insonorizarlo de forma que minimice el ruido ambiente, y que no pueda registrar la voz del investigador ni sonido alguno.

Resulta curioso que se necesite un generador de ruido o un sintonizador desintonizado, cuando el sueño de cualquier experimentador es obtener una señal (voz) clara, limpia y sin ruido (de hecho, uno de los argumentos de Germán de Argumosa, introductor del fenómeno en España, para declarar como fraudulentas unas psicofonías obtenidas en el Palacio de Linares por Carmen Sánchez de Castro, fue que éstas eran "demasiado claras"[1]). Este método de grabación lleva además una teoría implícita: El ruido blanco hace de substrato sobre el que el ente - o lo que sea - modula lo que quiere farfullar, siendo entonces la psicofonía de origen electromagnético.

Choca entonces que se pueda usar también un micrófono insonorizado e incapaz de detectar cualquier sonido para reducir el ruido ambiente. Es decir, se elimina el substrato de ruido blanco para la modulación de la psicofonía. Parece insinuar que la psicofonía tiene un origen sonoro, en contraposición al origen electromagnético, pero a la vez se anula la capacidad de detección del micrófono.

Sin embargo, estas contradicciones no hacen inmutarse a un buen himbestigador. Un investigador se preguntaría "¿Y entonces, qué pinta el micrófono?". Un buen himbestigador respondería "Abre tu mente" y soltaría una retahíla de palabras inconexas entre las que incluiría "energía desconocida". [5]

¿Merece la pena investigar?

Tenemos 7 hipótesis sobre el origen de las psicofonías, junto con dos hipótesis extra independientes de las anteriores de cómo se graban, ambas con resultados experimentales positivos, pero incompatibles y contradictorias entre sí. Y otras dos hipótesis que explican tanto el origen y como el mecanismo. ¿Qué haría un buen himbestigador ahora? Sin duda, coger su chaleco multibolsillos y su kit de grabaciones psicofónicas, marca ACME, e irse aun caserón abandonado a preguntar cosas al viento.

Un investigador en cambio se preguntaría si realmente merece la pena ponerse manos a la obra. Tenemos hipótesis que no son más que fantasías, supuestos basados en otros supuestos sin demostrar, cuyas bases además son muy endebles. Tenemos otras dos hipótesis extra contradictorias entre sí y que no se conectan de ninguna forma con las fantasías anteriores. Hay además, dos hipótesis que sí parecen explicar el fenómeno entero (origen y mecanismo), y que coinciden en los rasgos más principales con las características generales de cualquier psicofonía.

¿Hace falta demostrar que todas las psicofonías responden a alguna de estas dos teorías? (sin contar las que son fraudes, que hemos supuesto buena fe). Un himbestigador en seguida sacaría de su discoteca o psicofonoteca, sus 70.000 grabaciones, apoyadas con su colección de anécdotas inexplicadas (que no inexplicables), para decir que el fenómeno es real, y que en todo caso, esas explicaciones racionales y dogmáticas no explican por qué las respuestas son inteligentes.

¿Lo son? La mayoría de las veces la respuesta es tan ambigua, que se puede interpretar lo que se quiera[1]. E incluso, la pareidolia auditiva, junto con el conocimiento de la pregunta realizada por el himbestigador y la predisposición a oír algo, podría inducir a escuchar una respuesta coherente.

Desarrollo de la hipótesis

En cualquier caso, siempre puede haber alguien interesado en llegar a realizar un experimento controlado para poder descartar hipótesis, y poder esclarecer cual es la más probable. La importancia de tener una hipótesis es que permite identificar qué variables las son importantes, cómo se pueden controlar y medir, y qué instrumentación y técnica de análisis son las óptimas. Un investigador, sin duda, optará por desarrollar las teorías que parecen describir el fenómeno entero (las 8 y 9), y seguirá documentándose en su cómodo sillón.

Así, leerá sobre compatibilidad electromagnética (cómo un aparato electrónico interfiere sobre otro), cuál es el espectro radiofónico existente (AM,FM, frecuencias usadas por radioaficionados, balizas, satélites de comunicación, móviles, etc...), cómo es el proceso de grabación de una cinta, acústica, acústica enfocada a fonemas, fenómenos de pareidolia, teorías de la percepción de los sentidos, teorías sobre ruido, ruido electrónico, técnicas de análisis de ondas, análisis de sonidos, reconocimiento de fonemas... ¡Varios de estos temas por separado pueden ser un buen tema de tesis doctoral, en caso de no haber sido investigado aún!

Para cuando termine de leer, un himbestigador habrá grabado ya unas 1000 psicofonías, y recorrido unos 20.000 km.

Si se quisieran explorar las otras hipótesis, entonces habría que documentarse sobre ventriloquía subliminal, impregnaciones ambientales, el Más Allá, la telepatía, los extraterrestres, sobre planos o dimensiones extra y sobre las partículas cuánticas. El problema es que a excepción de las partículas subatómicas y la mecánica cuántica, la única bibliografía disponible es de la que termina concluyendo que:

"Es algo muy misterioso, no hay que descartar ninguna hipótesis, seguiremos investigando"

lo que significa trasladar el problema a demostrar la ventriloquía subliminal, que existen las impregnaciones, que existe el Mas Allá, que existe la telepatía, que existe E.T., o que existen planos y dimensiones donde vive la psique y el espíritu. Y después, demostrar que esos fenómenos, además, producen psicofonías, explicando cuál es el mecanismo. Doble trabajo.

Sobre la mecánica cuántica sí existe una gran bibliografía, pero por desgracia cualquiera que busque no encontrará nada que sugiera que un neutrino o un solitón pueden producir psicofonías, a excepción de aquellos que terminan con la susodicha conclusión.

La instrumentación, el experimento y el análisis

Una vez debidamente documentado, se puede empezar a pensar en qué instrumentación va a ser necesaria, con qué cualidades, qué tipo de experimento hay que realizar, qué tipo de prueba hay que buscar que apoye o refute la hipótesis y que técnicas de análisis son las más indicadas.

En un fenómeno cuya principal característica es el ruido, es fundamental caracterizarlo, conocer toda la teoría acerca de éste, las técnicas de reducción de ruido que existen, y sobre todo cual es el ruido que genera, produce y registra la propia instrumentación. Habrá que estudiar la compatibilidad electromagnética de una grabadora y de una caja de Faraday, para saber qué frecuencias se cuelan, y con qué intensidad. Habrá estudiar cómo es el ruido que genera la grabadora sobre la cinta, comparar el ruido de diversas grabadoras analógicas y digitales, qué rango de frecuencias de sonido son capaces de grabar, con qué intensidad y con qué fidelidad al sonido original. Habrá estudiar qué ruido generan los micrófonos de diverso tipo, que rango de frecuencias son capaces de registrar, y cómo de fiel es la señal eléctrica que producen. Se podría diseñar un circuito especial que registre la señal eléctrica tanto a la entrada del micrófono como en el cabezal de grabación, y comparar con lo grabado en una cinta para estudiar cómo se propaga y varía el ruido, y cómo se añade a una señal conocida desde el micrófono hasta la cinta. Habrá que tener en cuenta técnicas que reduzcan el ruido y que puedan discriminar señales que se hallen enmascaradas en él... y más cosas que no se me ocurren ahora.

En cuanto al análisis, el manual de himbestigador establece que la cinta simplemente se escucha "a ver que se oye"[1,6]. Serían recomendables métodos más objetivos como pueden ser los análisis en frecuencias de toda señal que produce el micrófono, el cabezal, y que se registra en la cinta, enfocado a la detección de fonemas. También se podrían usar métodos estadísticos para caracterizar las fluctuaciones de un ruido blanco, si estas fluctuaciones pueden ser confundidas con fonemas... por poner algunos ejemplos, que individualmente también podrían ser motivo de una tesis doctoral.

Después de toda esta labor de documentación, experimentación y análisis, un investigador estaría empezando a acercarse a lo que de refilón sería un análisis científico del fenómeno. Probablemente, para cuando comience a realizar el primer experimento controlado, un buen himbestigador estará escribiendo las últimas líneas de un libro sobre las 5000 psicofonías que ha podido grabar en sus 100.000 Km recorridos:

"Es algo muy misterioso, no hay que descartar ninguna hipótesis, seguiremos investigando"

En resumen:

- Todo buen himbestigador tendrá una mala hipótesis, o más bien, tendrá una colección de malas hipótesis, de las que no se preocupará por diseñar un experimento para poder falsarlas, pero que para llenar hueco en un libro vienen de maravilla.

- Usará una mala instrumentación, de la que no conoce sus limitaciones, ni siquiera si es válida para lo que está haciendo, y con la que conseguirá una amplia colección de psicofonías de la que presumirá (ya saben, cantidad = calidad) en su libro.

- Y hará un análisis basado en su propia subjetividad que le llevará a averiguar que en Casa Rebollo, construida sobre un cementerio, hubo hace años un crimen trágico que produce unos poltergeist de la leche, gracias a las partículas galvanocuánticas que pululan por vacíos energéticos desconocidos que teletransportan desde otras dimensiones a seres descarnados del Mas Allá, que pasaban por ahí para tomarse unas cañas con unos extraterrestres venidos de Ganímedes.

Visto lo visto, lo paranormal sería que llegaran a alguna conclusión de verdad.

Referencias:

1 "Psicofonías: Un desafío a la ciencia". Sebastián Rodríguez Galindo. Sial Ediciones S.L. (2004)

2 "Psicofonías, ¿quién hay ahí? - Capítulo 2, Hipótesis 1", en Uno por uno, uno; uno por uno, dos; uno por uno...

3 "Momentos teniente", también en el blog anterior.

4 Momentos teniente de M-80

5 "¿Qué son las psicofonías? ¿Quién las causa?" en laloel SEIP

6 "Lugares, horarios y técnicas de obtención psicofónica" en laloel SEIP